Afronto Mi Adversidad

Al fin de cuentas, el triunfo, no nos enseña nada; nos da algo de felicidad fortuita, pero muere en el instante que nace. Sí me resguardo tras ellos, solo malogro una existencia, la falseo y me vuelvo a engañar a mí misma. De esta forma, medito y me doy cuenta, que aprendo de lo que más reniego: mis fracasos.
Es tan fácil como verlo en una obra de arte. Un cuadro, el cual ya está pintado, completamente, con una gran técnica y mezcla de colores, es algo concluido, es un triunfo para el pintor. Más, creo que aprendió de todos esos lienzos fallidos, ese que jamás le entregó los matices que quería. Pues a partir de ellos pudo indagar por nuevas construcciones, permitirse recobrar el aliento, y convertir un par de manchas, en esa gran obra que ilumina mi lugar y a mi gente.
Sin embargo de nada sirve, si el artista cae en desesperación. Me siento y me calmo, pues sé que si sobre valoro las complicaciones diarias, solo produce en mí una excesiva ansiedad que me gasta cada día más, me lleva a construir temores y olvidar mi verdadero objetivo. Ya que he emprendido algo, y al no saber digerir las verdaderas claves para solucionar mis obstáculos, pierdo el rumbo y llego a lo menos deseado.
De esta forma, me miré y dije que era tan fácil visualizar mi fracaso, pues lo andaba buscando inconscientemente; así nunca llegué al éxito de mis propósitos. Comencé a ver todo con más calma, pues el conservarla, no apelaría a mis sentimientos nocivos, y de esta forma no destruiría a nadie, y menos a mi propio ser. Busco el remedio puntual, aquel que es su la justa medida que me entrega las herramientas necesarias para salir de donde estoy, pues la búsqueda de mi real éxito me ayudará a ver con claridad, por donde debo caminar.
Tantas alternativas y yo tan débil frente a ellas, pues la contingencia y mi propia vida están determinadas por tantos factores, que hacen desechar varias de ellas. Pero ya sé que el miedo no me puede defraudar, que la conciencia latente del fracaso como un mal que me persigue, me mata. Y pienso en las otras opciones, que no están lejos, pero debo sacrificar tantas cosas. No conozco mi futuro, ni lo que pasará en el próximo segundo, pero creo en mí, y en la fuerza que estoy construyendo.
El hecho de ver en este instante que no hay una solución, es cerrar los ojos, y determinar de un golpe, que no existen. No debo porque suponer que las cosas saldrán mal, pues si la disposición en mí lleva una fuerza negativa, perderé más energía sin motivo. Debo matar esa maldita impaciencia que me ha robado momentos preciados y necesarios, porque alteró el desarrollo de tantas cosas, que terminaron por explotar. A pesar de ello, entendí que no todo depende de mí, pues no tengo un poder supremo ni algo parecido; lamentablemente, no puedo controlar las circunstancias, pero de a poco me he dejado vivir.
Siempre pensé que si algo mal me sucedía, marcaría mi pauta, por el día, por el mes, por el año, y hasta por toda una vida. No supe confiar en mí y mis aptitudes. Pierdo mi objetivo una y otra vez, por el solo hecho de mirar lo que enflaquece y no lo que me anima, lo que me destruye y no las ganas de vivir. Así, aprendí que solo debo confiar plenamente en mi lucha, y solo de esa forma, tendré la actitud correcta para alcanzar lo que me proponga.
Me recuerdan con mi coca-cola en mano y un cigarrillo en la otra, donde el equilibrio no me beneficiaba en lo absoluto, y tambaleaba cada vez que podía. Subía las escaleras afirmándome al mango, para no caerme ni desorientarme. Construimos nuevamente la escena y me río, mucho, al igual que todos mis amigos. Lo que tengo seguro, es que jamás los olvidaré.
Es tan fácil como verlo en una obra de arte. Un cuadro, el cual ya está pintado, completamente, con una gran técnica y mezcla de colores, es algo concluido, es un triunfo para el pintor. Más, creo que aprendió de todos esos lienzos fallidos, ese que jamás le entregó los matices que quería. Pues a partir de ellos pudo indagar por nuevas construcciones, permitirse recobrar el aliento, y convertir un par de manchas, en esa gran obra que ilumina mi lugar y a mi gente.
Sin embargo de nada sirve, si el artista cae en desesperación. Me siento y me calmo, pues sé que si sobre valoro las complicaciones diarias, solo produce en mí una excesiva ansiedad que me gasta cada día más, me lleva a construir temores y olvidar mi verdadero objetivo. Ya que he emprendido algo, y al no saber digerir las verdaderas claves para solucionar mis obstáculos, pierdo el rumbo y llego a lo menos deseado.
De esta forma, me miré y dije que era tan fácil visualizar mi fracaso, pues lo andaba buscando inconscientemente; así nunca llegué al éxito de mis propósitos. Comencé a ver todo con más calma, pues el conservarla, no apelaría a mis sentimientos nocivos, y de esta forma no destruiría a nadie, y menos a mi propio ser. Busco el remedio puntual, aquel que es su la justa medida que me entrega las herramientas necesarias para salir de donde estoy, pues la búsqueda de mi real éxito me ayudará a ver con claridad, por donde debo caminar.
Tantas alternativas y yo tan débil frente a ellas, pues la contingencia y mi propia vida están determinadas por tantos factores, que hacen desechar varias de ellas. Pero ya sé que el miedo no me puede defraudar, que la conciencia latente del fracaso como un mal que me persigue, me mata. Y pienso en las otras opciones, que no están lejos, pero debo sacrificar tantas cosas. No conozco mi futuro, ni lo que pasará en el próximo segundo, pero creo en mí, y en la fuerza que estoy construyendo.
El hecho de ver en este instante que no hay una solución, es cerrar los ojos, y determinar de un golpe, que no existen. No debo porque suponer que las cosas saldrán mal, pues si la disposición en mí lleva una fuerza negativa, perderé más energía sin motivo. Debo matar esa maldita impaciencia que me ha robado momentos preciados y necesarios, porque alteró el desarrollo de tantas cosas, que terminaron por explotar. A pesar de ello, entendí que no todo depende de mí, pues no tengo un poder supremo ni algo parecido; lamentablemente, no puedo controlar las circunstancias, pero de a poco me he dejado vivir.
Siempre pensé que si algo mal me sucedía, marcaría mi pauta, por el día, por el mes, por el año, y hasta por toda una vida. No supe confiar en mí y mis aptitudes. Pierdo mi objetivo una y otra vez, por el solo hecho de mirar lo que enflaquece y no lo que me anima, lo que me destruye y no las ganas de vivir. Así, aprendí que solo debo confiar plenamente en mi lucha, y solo de esa forma, tendré la actitud correcta para alcanzar lo que me proponga.
Me recuerdan con mi coca-cola en mano y un cigarrillo en la otra, donde el equilibrio no me beneficiaba en lo absoluto, y tambaleaba cada vez que podía. Subía las escaleras afirmándome al mango, para no caerme ni desorientarme. Construimos nuevamente la escena y me río, mucho, al igual que todos mis amigos. Lo que tengo seguro, es que jamás los olvidaré.
1 Comments:
el artista no es sólo
aquel que vive atormentado =)
besos y bienvenida
al mundo del blog =P
Publicar un comentario
<< Home