El cine y Frida
El cine de pintores es un género que se ha impuesto a partir de la década de los 50, con los más populares arquetipos: Henri Toulouse-Lautrec y Vincent Van Gogh. Pues la búsqueda de historias fogosas y fuertes, sólo se las proporcionaban los genios de la pintura, donde encontraron extraordinarias biografías, excentricidades, inconformismo y autodestrucción; estas cualidades fueron las que justamente la historia de Frida Kahlo le entregó a Julie Taymor. El recrear sus obras y evocar la visión de esta pintora con respecto a la realidad, es el gancho que produce un fuerte atractivo tanto para espectador como para el director.
Como sabemos el arte está subordinado o depende del arte tradicional de antaño. Sin embargo el cine nos entrega esa libertad de expresión, pues su desarrollo se dio bajo diferentes condicionales sociales, lo que le permite al director recobrar un espíritu de experimentación y aventura al buscar un estilo cinematográfico.
Este film nos muestra a Frida en su vida más rutinaria y cruda, destacando los fuertes acontecimientos que la llevan a realizar su arte tan particular. Entre el surrealismo y su dolor físico, busca en el retrato la mutilación propia. Por otro lado la podemos ver en diferentes reflexiones en torno a los procesos de creación, en los tópicos de la soledad e incomprensión de la artista. De esta forma su directora logra que el film cobre una estética propia vinculada con la pintura de Frida y sus emocionalidades internas, ya sea bajo los colores y el decorado que se presentan en sus obras, pues estas cumplen gran influencia por la relevancia pictórica del film. Cada una de ellas es puesta con conciencia e intencionalidad para dar más fuerza a los sentidos, y ayuda a una abstracción del guión. De esta manera, es capaz de fundir en la cinta la realidad de una época, al pintor y sus obras en sí.
Logra por lo tanto relacionar sus encuadres con los tópicos propios de Kahlo. Esto lo podemos observar en reiteradas oportunidades en el film, donde el encuadre se identifica con lo pictórico, como si existiera una pantalla-tela, donde el campo está únicamente formado por la pintura; la cámara se encuentra al interior de la obra donde genera una impresión de realismo. A modo de ejemplo podemos observar como se funde la pintura “Frida y Diego Rivera”, la cual muestra el matrimonio de ambos, donde predominan los colores verdes y rojos, y luego se disuelve la pintura para llegar a la secuencia de las imagines del casamiento. Nos trasporta desde el mismo cuadro a la escena en que se desarrolla tal acontecimientos. Entregándonos a partir de un lienzo que un día fue pintado, a la conexión histórica y emotiva de la vida de Frida.
De este modo estamos al frente de un espectáculo visual, que cambia la estructura de la estética, manifestándose así la invención por parte de su directora. Los cuadros son la mera espiritualidad de su artista, donde por fin la obra logra tener una independencia de lo tangible y pasa a la celulosa. Mostrándonos la desnudez de la fotografía, utilizando el plano fijo y la profundidad de entregarnos el cuadro y luego convertirlo a realidad. Con esto podemos observar el curso interior de las pinturas y su verdadero sentido, aunque construya sus imágenes basadas en el concepto de plano fijo. A pesar de ello genera la ilusión de tercera dimensión, gracias a la profundidad de campo, un procedente óptico que permite ver todo en un plano con la misma nitidez, como lo definió el teórico André Bazín. Sin embargo sobrepasa las expectativas, pues plantea un libre juicio de valor sobre las vivencias de la pintora. La espectacular sensación de estar frente a un cuadro de óleo, por el brillo que proporciona la piel de la protagonista, en el instante en que Frida sufre su accidente en el carro de trasporte, y una viga traspasa su costilla para salir por su vagina; cae sobre ella al minuto del impacto un polvo dorado que llevaba en la mano que decora la escena misma, detenida en el tiempo. Trasforma de este modo la directora un cuadro del accidente, que Kahlo jamás había pintado.
La relación de las pinturas de este film también se da para efectos de la historia, pues son ellas la principal fuente visual que le entregó información a la cineasta para poder elaborar su largometraje. Con ello pudo reconstruir un documento histórico el cual influye en el desarrollo del relato. En cuanto al entorno de la artista, la casa azul la cual la vio nacer y morir, las emociones y los problemas que la aquejaban, sus inquietudes y dolores, es decir, ayudó a explorar desde los externo parajes hasta el interior de su ser: las emociones de una pintora, lo cual supo reflejar fielmente sus sentimiento a través de sus obras. Estas pinturas, de gran autorreferencia, dan un gran peso visual al espectador, que exige incluso que la actriz se aproxime física y conductualmente a Frida. Sin embargo esto ayudó a crear la sensación de verisimilitud y realidad, reforzando al pasado, trayéndolo a la pantalla grande. Nos dejó ver la situación mexicana frente al sindicato de artistas, y la fuerte influencia del comunismo en aquellos tiempos represivos. Todo esto gracias a la muestra de los murales de Diego Rivera en el film; de cómo los crea, como lo inspira la revolución y el espíritu libertador. Nos sumergen en el mundo en donde Kahlo se expresó y creó, donde quiso intervenir, y lo que la inspiró.

Algo bastante interesante para el mundo de la plástica es la ida a EEUU de Frida con Diego, específicamente Nueva York. Una serie de recortes que representan los lugares más emblemáticos de dicha ciudad son superpuestos en un especie de collage, por donde la pareja camina, representación del cómo recorren este lugar. El juego de diferentes técnicas con respecto a las artes también se manifiesta en el film, integrando y convirtiéndose en algo lúdico al mismo tiempo. Esto se reafirma luego de la secuencia que vemos tras el accidente de la pintora. Un grupo de calaveras características de las obras de Frida, comienza hablar de todos los daños que sufrió su cuerpo, bajo un ambiente onírico (como lo es su movimiento pictórico, el surrealismo, aunque nunca se desprendió totalmente de la realidad), difuso donde se ven como estas pequeñas figuras se mueven de lado a lado tratando de reconstruirla.
La gran presencia de la pintura en la película, se plasma en los instantes de la vida de la pintora dentro del encuadre cinematográfico, donde es alterada la realidad con la trasformación de cuadro pictórico a realidad o viceversa. Esto nos quiere decir que cada pintura es mero reflejo de un instante que vivió su autora. Como por ejemplo la obra “Lo que vi en el agua”; donde en el largometraje se muestra como Frida toma un baño de tina, pensativa, y comienza a observar sus pies que están por sobre el agua; luego un espectáculo comienza ante sus ojos, que derivan de su conflicto interno: volver a México, luego de estar en EEUU con Diego Rivera.

Nos trasportamos de esta manera a una confusión entre la imagen y la vida misma, ya que la primera atrapa a la segunda. Vemos que la acción no es interrumpida por la aparición de un cuadro como imagen propia del film, pues la obra es parte necesaria para el desarrollo de la historia y su transcurso.
La película no hubiese sido la misma si no capta a la pintura como elemento que construye la narración de la vida de la artista. Sus populares cuadros ayudan a la proximidad e identificación de un público que busca tener referentes reales para introducirse más en la dinámica envolvente de una biografía: hacerla sentir como real. El entendimiento y la vinculación a través de sus cuadros no son más que la relación interna que surge entre el alma y lo material, facultad que cualquier hombre quisiera poseer para poder liberar ese yo que se guarda tras las carnes. La pintura y en sí Frida no son más que vida y espíritu propiamente tal. De un largometraje que no sólo quiere dar a conocer una historia de manera voyerista, sino de una forma integral de las artes: sorprender al lenguaje cinematográfico y aventurar en la estética.
2 Comments:
Pues Frida nos entregó un surrealismo tan cercano, como lo es su lejana vida para nosotros. Su sueño, muchas veces fue mi sueño; y su dolor también el mío.
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TOR.
Del club. Me uno a sus felicidades y desgracias.
La verdad, es que la única peli que he visto de Kahlo, es la expuesta. Aunque conozco la existencia de la otra, no he tenido la oportunidad de verla, y "la" vez que la busqué, no la encontré.
Espero algún día, poder topármela.
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